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Publicado: 25 Julio 2023
Miguel Serrano, gran triunfafor, y Carla Otero, salieron a hombros por la puerta grande
Gabriel Jaime
El toledano Miguel Serrano se adjudicó el III Certamen de Novilladas ‘Villa de La Solana’ al cortar los máximos trofeos al mejor novillo de un soso y deslucido encierro de Ignacio Frías. Carla Otero también salió a hombros por la puerta grande del coso de la calle Alhambra con dos orejas en el esportón. El madrileño Víctor Cerrato sólo pudo sumar un apéndice.
Vaya por delante que la faena de Miguel Serrano al que cerraba plaza no fue, ni de lejos, para dos orejas y rabo. Tampoco se merecía la vuelta al ruedo el novillo de turno que, simplemente, fue algo más bondadoso que sus hermanos y embistió con más nobleza. Las actuaciones artísticas de la terna estuvieron muy sobrevaloradas por un público enfervorecido y una cándida presidencia. Premios a muy bajo precio y excesivos a todas luces, visto lo visto en el ruedo.
Se lidiaron seis ‘castaños’ de la ganadería de Ignacio Frías bien presentados pero con pocas condiciones para el lucimiento de los espadas, a excepción del potable sexto. Los ejemplares, faltos de raza y anodinos en diversas partes de la lidia, no dieron el juego esperado y dificultaron las labores de los bisoños matadores.
Carla Otero pasó desapercibida con el capote. Con la franela, lo intentó ante el soso que abría plaza, un novillo al tran-tran con media embestida en una faena carente de emoción. Se arrimó entre los pitones para sacar algunos pases que no llegaron a ligar. Mató de pinchazo, media atravesada y descabello. Poco mérito artístico y mucha espada, por lo que no se entiende la oreja concedida. En el cuarto, comenzó con ayudados por alto para llevarse al oponente a los medios. Otra anodina faena por la escasa transmisión del astado. La aspirante puso pundonor y sacó algunos muletazos por ambos, con más lucimiento en el toreo en redondo. Finalmente, le recetó una estocada casi entera tendida que no fue suficiente y tuvo que descabellar en varias ocasiones. Aun así, se le premió con otra oreja.
Víctor Cerrato porfió con el peor lote. Su primer enemigo, un mansurrón sin fuerzas, se rajó rápidamente. Lo señalaron en el peto para cuidarlo y le ‘regalaron’ un tercer par de banderillas innecesario. El novillo resultó infumable porque sólo se defendía junto a las tablas. Complicada lidia hasta la suerte suprema, donde el matador tuvo que hacerlo todo para pinchar tres veces antes de enterrar el acero totalmente. Se silenció su actuación. Con el quinto tuvo más dificultades. El torero madrileño jugó con fuego y terminó quemándose. Intentó el toreo entre los pitones y fue aparatosamente volteado en dos ocasiones, una de ellas al entrar a matar. Su osadía y una estocada casi entera le valieron una oreja al pundonor.
Víctor Cerrato cayó de esta manera tras ser volteado por el novillo, aunque no tuvo consecuencias graves
Miguel Serrano bregó con el insufrible tercero, al que recibió con una larga cambiada. El novillo acudió dos veces al peto y fue obsequiado con dos incomprensibles puyazos, un castigo descomunal para la fuerza mostrada. Tras un caótico tercio de banderillas, con muchos embroques y sólo dos garapullos en el morrillo, inició una faena inútil ante la impasividad y apatía de su enemigo. Un quiero y no puedo amenizado por el pasodoble ‘Amparito Roca’, como algo a destacar. Al menos, fue habilidoso con el acero, con una estocada casi entera que le valió un trofeo. El toledano se sacó la espina con el bonachón sexto, al que saludó airosamente con el percal. Dispuesto, entregado y muy convencido, se metió al público en el bolsillo con los rehiletes, en un completo y acertado tercio de banderillas. Brindó al respetable y arrancó la faena con un pase cambiado de rodillas que propagó la conexión con los tendidos. La alegre embestida del animal propició buenos muletazos, algunos de trazo largo y cierta hondura. Lo mejor de la tarde, con diferencia, para salvar un festejo ciertamente descafeinado. La estocada casi entera y de efecto inmediato le otorgó las dos orejas y rabo, premios muy excesivos, al igual que la vuelta al ruedo del astado.
La afición pobló un tercio de entrada en tarde soleada y calurosa. Un público que guardó riguroso silencio, digno de grandes plazas, en los prolegómenos de ejecutar la suerte suprema. Algo de alabar, como la labor de la Banda Municipal de Música a la hora de amenizar las distintas faenas que hubiesen sido más tediosas sin los afinados y variados pasodobles. En el debe, el ruedo echó en falta un generoso riego que hubiera evitado la polvareda en los tendidos. Miguel Serrano y Carla Otero salieron a hombros por la puerta grande y el primero entró en el olimpo de los triunfadores con la consecución del certamen novilleril solanero en su tercera edición.
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