Francisco Turrión: “Agua tenemos, el problema es la gestión”

Francisco Turrión insiste en que hay agua, pero que no sabemos aprovecharla

           Aurelio Maroto

          ¿Vivimos en un territorio seco, o quizás no es tan seco como nos hacen ver? Más allá de los regímenes de lluvias y de las reservas de nuestros pantanos, las aguas subterráneas constituyen un aporte imprescindible y estamos acostumbrados a un mantra: los acuíferos están sobreexplotados y se están secando. Es una creencia que asumimos con naturalidad, hasta que llega alguien y rebate la simpleza del argumento. Ese alguien es Francisco Turrión, un combativo hidrogeólogo que este viernes estuvo en La Solana para seguir ‘regando’ las conciencias con un planteamiento que sujeta en razones estrictamente profesionales. Participó en unas jornadas técnicas organizadas por COAG-La Solana, donde habló sobre el funcionamiento interno de las masas de agua I y II, y del acuífero del Campo de Montiel.

-El secretario general de COAG-La Solana presentó la jornada

El responsable de COAG-La Solana, José Vicente Montoya, presentó la jornada técnica 

        En declaraciones previas a la prensa, dejó un primer titular llamativo: “Agua sí tenemos, pero hay que conseguir que los recursos renovables (no reservas) entren en juego”. O sea, no es tanto un problema de escasez como de gestión. “Hay un potencial de agua subterránea que no se contabiliza en los planes hidrológicos”, afirma. Esa agua está escondida, pero está. “Es un flujo subterráneo no fluvial, pero que forma parte de las masas de agua”, como sucede en el entorno de La Solana y en el Campo de Montiel. Dice que entendemos los acuíferos como recursos freáticos, que solo drenan agua a los ríos, pero que nos olvidamos de otros acuíferos más profundos que tienen transferencias entre cuencas y que también son recursos disponibles. “Hablamos siempre del agua embalsada en los pantanos, pero no del agua embalsada en los acuíferos”.

          El prestigioso hidrogeólogo fue cristalino en su parecer. Cree que partimos de un modelo de gestión equivocado y, aún más grave, que las confederaciones hidrográficas no tienen los profesionales adecuados para aprovechar unos recursos hídricos que están ahí abajo, pero que no se usan, o se usan mal. “El modelo conceptual de un acuífero que se vacía cuando baja su nivel no es el correcto”. “En la Cuenca del Segura han renacido fuentes y surgencias naturales cuando pozos del entorno se han parado y la presión del acuífero han subido”. Se trata de activar lo que denomina “presión ascendente del agua, no gravitatoria, mediante un sistema de fallas y fracturas que, como vasos comunicantes, inyectan agua a zonas como los Ojos del Guadiana o a las Tablas de Daimiel”

¿Qué sucede ahora? “Que cuando tenemos muchos pozos en esa zona baja la presión, igual que una casa cuando abrimos muchos grifos a la vez”. “Si alejamos esos pozos del entorno, haremos que ese flujo ascienda, y si usamos los acuíferos interiores podremos utilizar el agua disponible de las masas de la llanura manchega y a la vez preservar los sistemas”. Recuerda que ya sucede en Doñana, donde el Gobierno da fondos para alejar captaciones y pozos de las zonas de surgencia de Matalascañas y zonas aledañas.

-El alcaldeI

Francisco Turrión -a la derecha- junto al alcalde y representantes de las masas de agua

Obstáculos no naturales

En apariencia, la receta es simple. Sin embargo, con la Iglesia hemos topado. Los obstáculos en el camino salen a relucir, y no son precisamente naturales, según Turrión. “El primer obstáculo es que las confederaciones hidrográficas no tienen hidrogeólogos, que son los profesionales que saben de esto; es como si llevas a tu madre al hospital con un problema de corazón y te atiende el oculista en lugar del cardiólogo”. “En las confederaciones hay una serie de colectivos relacionados con obras públicas, presas o canales, y el ministerio no ha sido capaz de darnos a los hidrogeólogos la capacidad de tomar decisiones en relación a las aguas subterráneas”, lamenta.

La andanada contra las confederaciones, incluida la del Guadiana, es rotunda. Pero la experiencia le dice que esa solución en apariencia fácil, no lo es tanto. “No soy muy optimista en ese sentido”. “Se trata de que la sociedad se conciencie de qué es esto de las aguas escondidas y por qué el libro blanco del agua del año 2000 ya hablaba de un flujo subterráneo entre cuencas de más de dos mil hectómetros cúbicos de agua”. “La gente tiene que preguntarse por qué eso ha desaparecido de los planes hidrológicos”. En su opinión, sólo cuando la sociedad tiene información y pregunta, hace que la administración se mueva. De hecho, matiza ya se está moviendo porque ha salido un programa de acción del ministerio que reconoce que hace falta contratar hidrogeólogos. “Yo no hablo por lo que he leído en los libros, sino por experiencia”.

Si damos por bueno que el agua existe, que está ahí, justo debajo de campos y de espacios naturales que se secan y se abrasan, es fácil colegir que un cambio en el modelo de gestión puede significar un cambio de paradigma económico y poblacional. “Lograríamos tener agua y a la vez potenciar un desarrollo rural sostenible, con un aumento del empleo y de la repoblación”. Lo dice Francisco Turrión.

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