La Solana-Torrijos (0-1): golpe bajo en el peor momento

La Solana no pudo con un Torrijos que jugó toda la segunda parte con uno menos

        Aurelio Maroto

“No puede haber grandes dificultades cuando abunda la buena voluntad” (Nicolás Maquiavelo). El problema es que, a menudo, la voluntad sin talento no es suficiente. El CF La Solana perdió ante el Torrijos (0-1) en el peor momento posible, en la ‘final’ por excelencia, para uno y para otro, y no sale del descenso directo.

Los toledanos acabaron asaltando La Moheda precisamente cuando pintaban bastos para ellos. La expulsión de su central Ambro nada más arrancar el segundo tiempo acabó siendo un lastre para los amarillos, incapaces de saber cómo jugar en superioridad. Hubo opciones de haber marcado, pero los visitantes no se comieron el pan a traición porque percutieron con mucho peligro durante todo el segundo tiempo, con un Bamba estelar. El solitario gol de De Prada dejó en evidencia a una defensa que exhibió cualquier cosa excepto contundencia. De esos polvos, estos lodos.

Así fue como La Solana perdió un partido marcado en rojo. En la primera parte hubo mucha igualdad, sí, aunque faltó manejo en el centro del campo para generar peligro. Costaba un mundo llegar a los dominios de Berlana, entre otras cosas porque no había juego trenzado para encontrar vías de penetración. Pirri no apareció, Jesús Moreno intentaba abarcar todo el campo que podía y toda la responsabilidad de creación recaía en las botas de Raúl, que dibujó un par de pases buenos entre líneas, en todo caso insuficientes. Fofana anduvo muy activo, pero también muy solo. Reyes jugaba demasiado retrasado y Vicente intentaba hacer la guerra solo por el ala derecha. El Torrijos se sintió cómodo y le pareció suficiente con colapsar los pies de Pirri. Además, los centrales dieron alguna muestra de indecisión que creaba sensación de inseguridad. Con todo, llegó el descanso y la esperanza de mejorar en la reanudación.

Un regalo envenenado

La cosa se puso de cara con la expulsión directa de Ambro por una dura entrada. Quedaba todo el segundo tiempo. Sin embargo, fue un regalo envenenado. Es verdad que Fofana pudo marcar tras una buena ruptura por dentro, que forzó un mano a mano con Berlana, pero cruzó el balón demasiado. Fue un espejismo. El Torrijos aprovechó su repliegue para atraer a los amarillos a tres cuartos y salir en velocidad por mediación, casi siempre, de Bamba. La Solana no sabía qué hacer con el balón en los pies y cada pérdida era un suplicio. Aun así, Fofana pudo marcar de nuevo y un defensor sacó el balón bajo palos. Eran pequeños fogonazos de un equipo roto a nivel táctico, frente a un rival que lo manoseaba constantemente. Así transcurría el partido hasta que una torpeza en el borde del área provocó el gol rojiblanco. En parte, se veía venir.

En deuda con la afición

Como reconocía Juan Carlos Peñalver al término del choque, el resto fue un querer y no poder. Los recambios ayudaron poco y el partido se iba de las manos, como así fue. “Estamos jodidos”, decía el técnico solanero ante la prensa. Es más, pedía disculpas a la afición, que volvió a acudir en masa a La Moheda y apretó lo que pudo. “Hoy la afición ha estado por encima del equipo y le debemos una”. La parte positiva es que el equipo sigue dependiendo de sí mismo. La zona de permanencia está a tiro de piedra y aún quedan ocho partidos por delante. ¿La solución? “Para empezar, ganar en Tomelloso”. No queda otra.

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