La Solana en la Pasión: Solemnidad, silencio y participación

Salida de la procesión de la Vera Cruz

         Paulino Sánchez

Los días centrales de la Semana Santa solanera, Jueves Santo y Viernes Santo, se han distinguido por una masiva participación, tanto dentro de las procesiones como en las aceras, así como por la solemnidad y el silencio. Y todo en unos días climatológicamente primaverales, o casi veraniegos.

Antes de esos días principales, en la noche del Miércoles Santo había recorrido las calles el último de los viacrucis, con la imagen del Cristo del Amor, que partió desde la parroquia de Santa Catalina. Ya el Jueves Santo, cuando el reloj de Santa Catalina marcaba las 9 de la tarde, comenzaba la procesión de la Santa Vera Cruz, que abría la cruz parroquial, seguida por el Niño Jesús que durante todo el año permanece en el convento de las Monjas Dominicas. La banda de cornetas y tambores de Jesús Nazareno de Membrilla acompañaba el paso de Jesús Orando en el Huerto, junto a la representación del resto de cofradías de Pasión de la localidad. Después llegaba el paso del Ecce Homo, popularmente conocido como el de la capilla colorá, acompañado por sus nazarenos de túnica blanca, capa y capirote rojos. Detrás, la Agrupación Musical de San Sebastián, con su traje de gala de la Guardia Civil. Seguía el paso de Jesús con la Cruz a cuestas y el cirineo, este año con las farolas de su carroza recién restauradas y acompañado por numerosos nazarenos con túnica morada.

-Cristo Amor

Paso del Cristo del Amor y la Dolorosa

Continuaba la procesión con la imagen del Cristo del Amor y la Dolorosa, con sus cofrades de túnica blanca, capa y capirote de raso morado, aunque algunos penitentes acompañan con la túnica antigua de la hermandad, blanca con botones morados y capirucho del mismo color. Como novedad, el Cristo del Amor contaba este año con una limpieza integral de su corona de plata. La Banda Municipal, dirigida por Ángel Sancho, marchaba detrás del paso y al salir el Cristo interpretó la marcha dedicada a él.

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La Esperanza con su candelería de cera natural y una nueva corona imperial

El estandarte de la Virgen de la Esperanza encabezaba dos largas filas de penitentes con túnica blanca, capa, capirucho y fajín de raso verde, Acompañaban a copatrona de la hermandad organizadora, a cuya carroza precedían la Verónica, la Magdalena y la Samaritana vivientes. La Virgen volvía a contar con candelería de cera natural, además de un nuvo broche con su nombre, que lleva una cruz pectoral en pedrería verde esmeralda, regalo de dos hermanos de la cofradía. Asimismo, ha estrenado una corona imperial bañada en oro, y en la parte frontal las siglas SVC (Santa Vera Cruz) y el Espíritu Santo en forma de paloma. Tanto la Virgen como el resto de pasos iban adornados con numerosas flores naturales.

Cerraba el desfile el párroco de Santa Catalina, Benjamín Rey, arropado por la representación del Ayuntamiento, que encabezada el alcalde, Eulalio Díaz Cano, y otros concejales del grupo socialista. El desfile procesional concluyó a las 11,15 de la noche, cuando la Esperanza entró a la parroquia de Santa Catalina a los compases del Himno Nacional.

JESÚS RESCATADO CONGREGÓ A MILES DE DEVOTOS

La explanada del convento trinitario fue poblándose bastante antes de las 6,30 de la mañana de Viernes Santo, momento en el que aparecieron en el pórtico de la parroquia de San Juan Bautista de la Concepción la cruz parroquial, los ciriales y la cruz de guía de la cofradía. Seguía el paso del Niño Jesús, que este año estrenaba unas potencias.

-Niño Jesús

Las nuevas potencias del Niño Jesús, de la cofradía del Rescatado

La Agrupación Musical de San Sebastián, así como representantes de cofradías y hermandades de Pasión, precedían al paso de Jesús amarrado a la columna, que salía custodiado por sus penitentes de túnica blanca, capa y capirote de raso colorado, y penitentes cruces de madera. A ellos seguían dos filas de nazarenos con túnica y capirote morados, que acompañaban a la imagen del titular, Jesús Rescatado, que aparecía en el pórtico del templo, como establecen los estatutos, a las 7 en punto -las 5 solares-, llevado por sus portadores y ante el silencio sobrecogedor de las miles de personas congregadas para el emblemático momento.

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Jesús Rescatado, a su paso por la Plaza Mayor

La banda de cornetas y tambores de la cofradía, con su traje de la marina, acompañó desde el interior de la Iglesia. En la salida, además de los aplausos a los portadores, sonaron tres saetas, y la procesión siguió con numerosos devotos en cumplimiento de promesas, algunos descalzos. El estandarte de la Virgen de la Soledad dio paso a dos filas de nazarenos con túnica blanca, capa y capirote negros, que portaban en el hombro y en el pecho la cruz roja y azul de los trinitarios, que fundaron la cofradía hace más de 300 años. En los adornos florales de los pasos, la cruz trinitaria se incluyó en recuerdo de esa vinculación.

-Penitentes trinitarios

Penitentes de la Soledad del Convento con su atuendo trinitario

La Virgen desfiló en su carroza, con candelería de cera natural, y lucía como novedad una saya bordada en tisú de oro, estrenada en el septenario de Dolores y acompañada por la Verónica, la Magdalena y la Samaritana. Detrás, marchaba el párroco de San Juan Bautista de la Concepción, Óscar Casas, con báculo de madera, mientras que la representación municipal la encabezaba el alcalde, Eulalio Díaz Cano, junto a la delgada provincial de Bienestar Social, Manoli González, y concejales del grupo socialista. Cerraba el desfile la Banda Municipal de Música.

A las diez en punto volvía a entrar en el templo la imagen de Jesús Rescatado, ante la mirada de miles de personas que abarrotaban nuevamente la explanada. Quince minutos+ después entraba la Virgen de la Soledad, a los acordes del Himno Nacional y ya a pleno sol.

ENTIERRO DE CRISTO: LA COORDINACIÓN DE DOS COFRADÍAS

La mañana del Viernes Santo fue motivo de visita a los diversos monumentos de las iglesias, así como a la asistencia a los oficios por la tarde, en los que la protagonista es la adoración de la Santa Cruz. Y con un clima casi veraniego comenzó, a las 7,45, la procesión desde la ermita del Calvario, donde la Hermandad de la Virgen de las Angustias sale con el paso de la titular y el de la Santa Cruz. En la plaza de Santa Quiteria se unen a los pasos de la Hermandad del Sepulcro para iniciar juntos la procesión del Santo Entierro.

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La procesión del Entierro salió puntual, en una explanada de Santa Quiteria repleta de gente

Cabe destacar la perfecta coordinación de este año entre ambas cofradías, para un desfile nada fácil de organizar y que cuenta con modelos muy distintos porque hay pasos a ruedas, costaleros, portadores y el denominado de tablilla. En esta ocasión, quedó demostrado que las dos directivas se han coordinado perfectamente para sacar adelante una procesión compleja y que, además, tiene un recorrido muy largo.

Una muchedumbre presenció la procesión en la mayor parte del recorrido, que arrancó puntual, a las 8,15 de la tarde, y se prolongó hasta cerca de las 12,30 ya del sábado. Abrió la cruz parroquial, seguida por el estandarte del Santo Sepulcro, así como los pasos a ruedas del Cristo de la Agonía -protagonista del cartel de este año-, la Agrupación Musical de San Sebastián y el paso también a ruedas del Calvario, con el Cristo, la Virgen, San Juan y la Magdalena, acompañado por directivos de otras cofradías.

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La Virgen de las Angustias y la Santa Cruz se unieron al desfile desde el Calvario

El estandarte de la Virgen de las Angustias -portada de la revista de Semana Santa-, inició el desfile de su cofradía, con el paso titular con un manto de claveles blancos y llevada por sus costaleros, y al lado nazarenos con túnica y capirote negro, capa de raso azul y cruz de madera en el pecho. Detrás tocaba la banda de Jesús Rescatado, y detrás el paso de la Santa Cruz, llevado a ruedas. Este año no ha tenido novedades en los pasos de esta hermandad, centrada en la restauración del Calvario.

A continuación, la bandera del Santo Sepulcro dio paso a los nazarenos con túnica y capirucho negro, capa y fajín de raso blanco, y entre ellos arrastraban el Sol y la Luna como símbolo de lo ocurrido en Jerusalén en la tarde del primer Viernes Santo. De riguroso negro marchaban los portadores del Sepulcro, cuyo paso añadía unas llamas y adornos florales de rosas rojas y escolta de cinco números de la Guardia Civil. La Banda Municipal de Música marchaba detrás, y después dos filas de manolas con mantilla, que acompañaban a la Virgen en su dolor, y nuevamente las figuras vivientes de la Verónica, la Magdalena y la Samaritana.

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El paso del Sepulcro al inicio de la procesión

Cerraba el desfile la imagen de la Virgen de la Soledad, que por segundo año era llevada mediante el sistema de tablilla, muy parecido al de los costaleros, ya que van dentro del paso. La imagen ya pudo estrenar una nueva corona en baño de oro y en algunas partes de plata, así como un pañuelo de encaje donado por la cofradía de la Virgen de Peñarroya. Finalmente marchaban los párrocos de San Juan Bautista de la Concepción, Óscar Casas, y de Santa Catalina, Benjamín Rey, acompañados por directivos de las dos cofradías organizadoras. La representación municipal la encabezaba de nuevo el alcalde, Eulalio Díaz-Cano, que portaba el bastón del cargo, acompañado por concejales de los grupos socialista, popular y no adscrito.

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La Soledad del Sepulcro estrenó corona

Cuando la procesión llegó a la altura de la calle Pozo Santa Quiteria se apartaron las imágenes y componentes de la cofradía de la Virgen de las Angustias, que se desviaron hasta la ermita del Calvario. Los cuatro pasos del Santo Sepulcro continuaron hasta la ermita de Santa Quiteria. Cerca de las 12,30 entraba en la ermita la Virgen de la Soledad.

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